La última película de la estrella de 49 años, ‘Without Blood’ (Sin sangre), está ambientada en un conflicto no especificado y describe la forma en que su trabajo humanitario ha mostrado cómo la guerra pone de relieve los ‘extremos de la condición humana’.
Angelina Jolie se siente “atraída” por hacer películas sobre la guerra.
La última película de la estrella de 49 años, ‘Without Blood’ (Sin sangre), está ambientada en un conflicto no especificado y describe la forma en que su trabajo humanitario ha mostrado cómo la guerra pone de relieve los “extremos de la condición humana”.
En declaraciones a la revista Variety en el Festival Internacional de Cine de Toronto, Angelina declaró: “Creo que los conflictos tienden a sacar a la luz absolutamente lo peor de nuestro comportamiento hacia los demás y, a menudo, lo mejor, cuando los que luchan contra o se elevan por encima de ellos. Como artistas, gran parte de nuestro trabajo es este estudio de lo que es ser humano. A veces intentamos comprender los extremos de la condición humana y nos sentimos atraídos por ellos. Ciertamente, yo soy alguien que, a medida que he viajado y he realizado otros trabajos (humanitarios) sobre el terreno, siempre me he preguntado por qué y cómo”.
La cinta de Jolie cuenta con Salma Hayek y Demián Bichir en los papeles principales de Nina y Tito, y la primera admite que era reacia a protagonizar la película por el “dolor” que tiene que sufrir su personaje.
La actriz mexicana, de 58 años, declaró: “Tenía miedo de interpretar este papel. No me metí inmediatamente porque mi personaje sufre mucho y tuve que ir allí y sufrir durante todo el rodaje. No puedes expulsar el dolor. Tienes que mantenerlo hirviendo, hirviendo, hirviendo durante horas, durante días, durante semanas. Así que estaba aterrorizada y no quería hacerlo”.
Hayek continuó: “Cuanto más hablábamos de ello… Empecé a verme a mí misma, mis propios traumas, los traumas de la gente que conozco, que están cerca de mí, en este personaje que era tan extraño al principio y al que no quería ir. Empecé a pensar: ‘¿Cómo que no quieres ir? Siempre has estado allí’. Empecé a ver cómo conectaba con muchas mujeres, aunque no fueran de la posguerra. Todas hemos sido dejadas de lado y no vistas o maltratadas de una forma u otra”.